Seguidores

Seguir

miércoles, 1 de noviembre de 2017

BIDI - Parte 6. Octubre 2017.

   
Audio

Bien, Bidi está con vosotros. Instalemos el silencio unos minutos.

…Silencio…


Podemos reanudar nuestros intercambios. ¿Quién toma la palabra?

Pregunta: No tengo ninguna pregunta en particular, pero acojo con gratitud lo que tenga que decirme.

Bueno, veo que tienes claro lo que eres. Y así, como testigo, ves cada vez con más agudeza, lo que queda por ver en los fragmentos de historias recientes, y además compruebas que existen cada vez menos elementos y acontecimientos de esta historia, presente o pasada, que lleguen a perturbar algo del testigo. Entonces, hay un tipo de estabilidad que te conduce de forma natural y más espontánea, sin esfuerzo, sin voluntad y sin deseo, a que no seas afectada por lo que todavía proceda de tu cuerpo o de la historia más reciente. Tal vez esperabas algo más espectacular o con más decorado, pero no; es la vacuidad, el Silencio, ahí donde nada es necesario. No te desanimes por haber pasado a aquellos que tratan de ver, entender, vivir experiencias, al que se deja vivir por la Vida.

En lo sucesivo, debes colocarte en la posición de acogida, cualesquiera que sean las circunstancias; no solo en los momentos en que estás tranquila, apacible y sola. El testigo está presente a cada instante. Es una actitud de tu mental, de tu personaje, profundamente rectificada y que te permite descubrir lo que está más allá de toda experiencia, de todo contacto que no sea esencial. No necesitas crear historias intermedias, ni siquiera para comprender o recibir explicaciones; para todos como para ti, eso es básico.

Diría que la Paz y pronto la Alegría, son los elementos más importantes, porque cuando se vive eso y cada vez más, uno se da cuenta que el resultado de ello es más calma y más tranquilidad. Incluso el cuerpo, a través de su desgaste normal, ya no te afecta. Así pues, la virtud del Silencio, no solo de palabras sino de la misma conciencia, se muestra como lo más rentable en tu vida. Ilustras a la perfección que el paso de uno al otro, se puede hacer independientemente de experiencias, de energía o de vibraciones.

En resumen, diría que todo es más ligero, sereno y apacible. No esperes nada específico sobre la Alegría, es decir, no pongas distancia entre un deseo, entre lo que se vive y lo que está en el otro lado -por un lado la Paz y por el otro la Alegría-, no proyectes nada sobre lo que pudiera ser esta Alegría, porque no corresponde a nada conocido. Concéntrate en descansar en el testigo y en la Paz o la calma que resulta de ello. Todo lo demás, a partir de ahora, transcurre siguiendo su propio ritmo, de forma natural y como compruebas, eso no depende de ningún estado previo, curiosidad o cuestionamiento. Como para todos, la Evidencia es la que sustituye a la explicación, es el resultado que reemplaza a la comprensión. Así pues, la calma te conduce también a la simplicidad, allí donde no tiene lugar el mental ni ninguna referencia conocida.

No tengo nada más que decir, solo constatar esto. No he tenido que precisar nada porque tú misma lo has comprobado en tu experiencia.

¿Quién quiere hablar?

Pregunta: No tengo ninguna pregunta y le agradezco lo que quiera decirme.

Después del silencio que, en tu caso, es mucho más revelador que mis palabras, te diría esto: debes atreverte siempre más, atreverte a soltar todo lo conocido. Deja a la espontaneidad que se manifiesta con frecuencia en tu vida efímera, ser la misma en tu interior. Así pues, conoces y vives el principio de espontaneidad, te queda aceptar dicha espontaneidad en todos tus estados y experiencias. Déjate llevar por lo que sucede y no detengas nada. Del mismo modo que ahora tienes más confianza en la Vida, en muchas áreas de tu efímero, es necesario que esta confianza exista también dentro de lo Invisible.

En efecto, queda todavía una necesidad de catalogar, no en tu vida efímera, sino en lo que se produce en el estado de testigo. No es preciso saber o definir, lo que se produce en el interior, dejando expresarse un tipo de discernimiento, sin interpretación, pero discriminando entre verdadero/falso, bien/mal, sino acoger todo lo que llega, sin moverlo. No arriesgas nada. Lo que se produce es tu inmutabilidad, la impecabilidad interior.

Dentro de tu eternidad, nada de lo que suceda, puede ser calificado de esa manera. Incluso un elemento interno que pueda parecer no estar de acuerdo con la Luz verdadera, siempre tiene una razón de ser y, precisamente, al mantener esa inmutabilidad, no hay necesidad de discriminar, de fijar la atención, sino simplemente atravesar lo que la Vida te ofrece o te muestra. En ese punto, encontrarás una adecuación, un ajuste perfecto y no verás diferencia entre lo que se ve sobre la pantalla de este mundo y sobre la pantalla de la Verdad. Esta adecuación o sintonía, te permitirá ver, esta vez, el despliegue de la Gracia. Comprobarás también que la Evidencia entonces, no es una palabra vacía y que la mejor ubicación solo puede ser, la Aceptación incondicionada e incondicional.

Esto está en camino. Solo queda perder el hábito que tienes, a nivel íntimo, de reproducir lo que haces en el exterior, es decir, la necesidad de ordenar y clasificar. La clasificación se hace sola. Lo que debe tirarse, será eliminado solo, lo que debe guardarse, será guardado y almacenado solo. Prueba y podrás lograrlo sin ninguna dificultad, sin organizar nada, sin conectar nada de lo que la Eternidad y tu emplazamiento te ofrecen. La limpieza está hecha por sí misma, no como en casa, la organización la hace la Inteligencia de la Luz. Lo que no se entienda o no esté suficientemente claro en el momento presente, lo estará en el momento presente siguiente.

Y, por otra parte, no olvides que cuando estás posicionada como testigo o como observador, a veces existe la necesidad de explicar, comprender lo que surge, algo que es natural hasta cierto punto, pero que te hace ver que es un obstáculo para lo que se vive. Ya lo has comprendido. Entonces, deja que todo suceda; no tienes que escribirlo para recordarlo. Deja fluir la vida, no la fijes en cajas o en escritos. Lo que tenga que eliminarse, se eliminará, lo que deba quedar, quedará. No es un problema de memoria como con las cosas ordinarias; la clasificación se hace por sí misma. Lo que deba quedar, quedará, lo que deba aparecer y desaparecer, cualquiera que sea su importancia, desaparecerá.

En resumen, no tiene sentido almacenar, clasificar, organizar, sino estar siempre vacíos, nuevos y listos para el momento presente. Diría que es como un hábito de lo efímero, traspasado al testigo, pero que no tiene ningún interés ni ventaja. Sobre todo en el estado de testigo, teniendo en cuenta que cuanto más perezosos seáis, más estaréis en la verdad; exactamente lo contrario que en lo efímero. Ahí está la Evidencia y la facilidad. Si estás posicionado en la Acogida como testigo, no puedes servirte de lo que utilizas en tu vida diaria. Deja que las cosas sean ordenadas, almacenadas y clasificadas por ellas mismas. Lo que no ves como testigo, de momento, está inscrito en el testigo y se revelará y mostrará si es necesario. No te ocupes de lo superfluo; puedes conseguirlo a menudo.

Te pido simplemente que te fijes en los casos en los que surge ese reflejo de almacenar, clasificar y organizar que se desprende de la tranquilidad, pero al volver a lo efímero más cotidiano, ya no es tan tranquilo como en los momentos en que dejas vivir, sin querer dirigir, clasificar, u organizar; emplea las palabras que quieras.

¿Quién quiere hablar?

Pregunta: No tengo pregunta, pero escucho, acojo en la Alegría, en mi corazón, lo que tenga que decirme.

En tu caso, voy a presentarte las cosas así. De momento hay una especie de equilibrio. Imagina una balanza con sus dos platos; si uno desciende, el otro se eleva. Es lo que habéis llamado el “cara a cara final” y ves eso en tu posición. En esos movimientos, parece que los platos no pueden estar equilibrados. Es evidente. Hay uno que se elevará siempre más y el otro cuando haya terminado de descender, no existirá más. Sea cual sea tu experiencia qué es real dentro y fuera, sería deseable que no cuestionaras esos movimientos. Uno y otro forman parte del equilibrio final y definitivo.

Para ti, esta especie de oscilación es útil, ya que contribuye a la Paz y a la inmutabilidad. Es un ajuste que se realiza y no un desequilibrio. Este ajuste extremadamente fino que la vida juega, aunque menos frecuente, pero a veces más amplio, no deja ninguna duda sobre su finalidad. Conténtate no con acoger, que ya lo haces, sino con asumir este movimiento. Él es para ti la Vida que te conduce a la inmovilidad.

Eso quiere decir que, en tu experiencia, no es la inmovilidad la que se descubre, sino la experiencia del movimiento de ese balanceo, que, en alguna medida, crea el equilibrio, que no se vive todo el tiempo como un equilibrio -de momento. Especialmente, desde que lo has visto desde hace unos meses, eso te perturba cada vez menos. Independientemente de lo que diga o se pregunte a veces tu personaje, como ves, sale un sentimiento de mayor disponibilidad y de escuchar, no historias, sino la Vida. La iluminación, aunque te parezca inconstante o insuficiente, por sus oscilaciones, ha contribuido a que vivas los acontecimientos, cualquiera que sea su importancia en tu vida, no con distancia sino con más ligereza, aunque algunos elementos salientes hagan pensar lo contrario, ¿no es así? Te resulta fácil en los momentos que siguen a este tipo de preguntas.

En tu caso también, el posicionamiento del testigo, independientemente de esos famosos movimientos, te llenan, a tu manera, de una certeza inquebrantable de tu eternidad y de tu naturaleza. No te preocupes de que a veces te dé la impresión de estar atascado o resistente; el simple hecho de observar ese movimiento te deshará de él, te evitará quedar bloqueada sobre lo que te parece atascado. Observa simplemente y déjalo pasar. Hablo aquí de los mecanismos íntimos para vivir al nivel del testigo o del observador. Ya sabes que, en la vida cotidiana, hay momentos en que eso no puede ser posible, cuando se pide una acción, pero sí es posible, al leer, cuando se mira una pantalla o cuando se discute.

¿Quién quiere hablar?

Pregunta: No tengo pregunta que plantearle, pero acojo con alegría lo que tenga que decirme.

Entonces, permíteme, antes de responder, que te plantee a mi vez, una simple pregunta y sé espontánea en la respuesta, ¿Quién eres tú?

Pregunta: No lo sé.

¿Estás contenta de tu respuesta?

Pregunta: No; pero no sé qué otra cosa responder.

Entonces, es esto lo que voy a decirte, -de una manera general, y no hago ninguna diferencia, aquí, entre lo efímero o lo Eterno, existe en el actor, pero también en el espectador o el testigo, una necesidad que tú además no explicas tampoco, que podría corresponder a lo que llamaría “la necesidad de verse en el otro”, es decir, que inconscientemente, pero a veces conscientemente, existe una necesidad de aprobación. Entiende que no es una crítica ni un error, sino que desde que se busca el asentimiento, la aprobación en la mirada o en las palabras del otro, creas de alguna manera, una dependencia. Poco importa dónde se sitúe ella, es el principio de la dependencia.

Ser autónomo es que, en cualquier circunstancia, la advertencia o la opinión más importante, nunca serán definidas con relación a la mirada del otro, ni con relación a lo que pueda ser leído. Así es quien está en la resistencia, no en lo que eres, tanto en lo efímero como en lo Eterno, pero es una estrategia de comunicación, de relación donde, en definitiva, lo que está escondido dentro es eso, es decir, que concedes más crédito de forma general a lo que asiente y confirma el otro, en sentido amplio. Hay una necesidad, no compulsiva, pero sí presente, de verificar y comparar. Este es el único elemento que te hace responder “no sé”.

Es simplemente una forma, se puede decir, de abordar la relación, la comunicación, donde hay una forma de vigilancia de la vida en las miradas, en la opinión, en detrimento de ti. Se remonta a muy lejos, pero no merece la pena ir a buscar; la necesidad de aprobación está todavía íntimamente vinculada a la educación, por supuesto, pero también está astutamente oculto el miedo a equivocarse, y también una reticencia en la mirada del otro y eso te priva, en ciertas ocasiones, no sistemáticamente, de la Libertad y de la Autonomía.

Se os ha dicho siempre, que, en este momento, en éste cara a cara final, ningún aviso, ninguna opinión debe interferir. Debéis atreveros a estar solos en el Corazón del Corazón. Repito, no interpreto esto como una necesidad de hacerte ver o de mostrarte, sino simplemente que no tienes nada que hacer, que no controlas. También hay un hábito. No hay nada con lo que compararse ni nada de lo que haya que vivirse, en tanto que  el testigo, que deba ser alterado o sopesado por la mirada o la opinión del otro. Debes estar a solas.

Y te recuerdo que no hay ni competición, ni superioridad, ni inferioridad; que todo eso no depende más que del emplazamiento de tu punto de vista. Es como si el espectador, el testigo, mirara al actor y buscara a través de las reacciones de los otros actores, modificar el estado del testigo o del espectador. Deja que todo se desarrolle sin “a priori” y sin buscar ni mirada ni opinión. Lo que no impide el intercambio de puntos de vista y opiniones, pero que no constituyan una herramienta que permita juzgar, medir, comparar. Mantente neutral, para ti como para todos, como para cada experiencia y sentirás evacuarse los últimos pesos.

En tu caso preciso, diría que no sirve de nada, de momento, que el espectador se aleje demasiado del actor, pero sería interesante que el espectador y el actor, el testigo y el personaje, se reúnan de alguna manera. Eso es muy simple. Acepta que todo lo que interpretas en el personaje es realmente un juego. Lo que quiero decir con esto es que incluso cuando hay algo grave, cualquiera que sea el evento, no te dejes engañar, para que el testigo próximo al actor, o el actor próximo al testigo se dé cuenta de eso, antes de ver y vivir que no hay teatro, ni actor ni observador.

En tu caso, debido a este pequeño mecanismo que es una forma de subyugación a la mirada u opinión del otro, que afortunadamente no es constante, tú misma te privas de tu libertad. Eso no quiere decir que tengas indiferencia hacia el otro; al contrario, porque el otro eres tú, eso quiere decir también que todas las advertencias y todas las opiniones no tienen ningún interés. El instante presente, no será nunca una opinión o una advertencia, es una visión pura, clara, precisa y profunda que no puede estar acompañada de opiniones, de advertencias.

Entonces, aunque te haya dado algunos elementos vinculados a la educación, no trates de resolver el pasado, porque tienes hoy, todas las capacidades de dejar que se elimine eso. Es inútil, y aquí no hablo de tu caso específico sino de una manera general, es inútil sentir que se depende de una advertencia o de una mirada, incluso iluminada. Viene un momento en que debéis aceptar esta propuesta, asumirla plenamente. Es un mecanismo de la conciencia, de la Luz. Lo que se ha denominado: “Dejar que te viva la Vida”, es eso exactamente.

Así que, no veáis a través de mis palabras, una montaña que resolver, sino simplemente una aclaración que debe situaros con más facilidad, en la puerta de salida de la Ilusión. En otras palabras, en tu caso, todo lo que miras, te mira, y eso puede ser incómodo. Así que la “Acogida” es un poco diferente de la mirada; por eso están estas palabras: “ver”, “claridad”. No mires, siente. Esta es realmente la orientación de la mirada o del punto de vista.

¿Quién quiere hablar evitando la frase estereotipada que me repetís hoy desde el comienzo? Hay falta de originalidad.

Pregunta: Gracias por estar con nosotros, pero no tengo pregunta y acojo con alegría lo que tenga que decirme.

No son las mismas palabras, aparece la palabra “alegría” y otras. No os copiéis. Sed originales en vuestras palabras.

Yo te planteo una pregunta. Cuando estás en la Alegría sin objeto, sin sujeto, ¿qué sientes tú en la energía, en el vibral o en el cuerpo?

Pregunta: Yo estoy bien.

¿Qué llamas “estar bien?

Pregunta: Yo estoy en Paz.

¿Qué percibes, aparte de lo que se deriva de ello?, ¿qué es la Paz? Pero en la Alegría, en el hecho de estar en Paz, ¿sientes alguna necesidad o todo parece ser evidente al contrario?

Pregunta: No, no tengo necesidades.

Entonces, lo que puedo decir es que cada vez más, el hecho de estar bien en la Alegría, en Paz, no podrá ser alterado. En cuanto haya un acontecimiento sobre la pantalla de tu vida que pueda parecer no agradable, sea cual sea el contenido, se despliega la misma paz, la misma sensación de estar bien o ¿te parece que puedes realmente, o no, perder esa Paz?

Pregunta: No, no pierdo la paz.

Entonces no tengo nada más que decirte.

¿Quién quiere hablar?

Pregunta: Voy a tratar de modificar un poco. Estoy feliz de compartir este momento con vosotros, pero desafortunadamente, no tengo pregunta y le escucho si quiere hablarme de mí o…

¿Hablarte de qué?

Pregunta: Yo acojo sus palabras.

¿Quién ha dicho “hablar de mí?

Pregunta: Yo.

Bueno, ¿Quién eres?

Pregunta: Yo estoy aquí…

Pero, ¿quién ha dicho “yo”?

Pregunta: Yo soy la persona que dijo “yo”.

De acuerdo. Tú te conoces.

Pregunta: Quizá, sí. No muy bien.

Tú conoces la persona.

Pregunta: Si, ella es un poco invasiva.

Entonces no voy a hablarte de ti. ¿Cómo quieres desaparecer así? Más allá de ti, de tu forma, aquí o en otra parte, de toda historia, como sabes y has vivido ya, que es precisamente cuando lo invasivo no tiene derecho a la palabra, que sabes que eres tú, pero que no eres tú. Lo que tú eres, no eres tú. Diría incluso que no tiene nada que ver contigo.

A través de algunas palabras que has dicho, pero esto afecta a todos, hay un reflejo que es constante, debido a la Ilusión de este mundo, que crea de una manera a veces brillante, a veces insidiosa, la impresión de que todo debe ser devuelto a la persona. Ahí, no estamos en la mirada exterior como anteriormente, sino que hay un reflejo autopunitivo. No se trata de ser ese tipo de persona, invasiva o no, es cuestión de aceptar que cuando os fastidiamos con el Absoluto, el Último, lo Desconocido, que no puede ser conocido, debes aceptar de la misma forma que la mirada del otro no tiene ninguna importancia, que tu propia mirada sobre ti misma, no sirve de nada. Hay una forma de auto-culpabilización que pone todavía más distancia con lo que se vive.

En resumen, no escuches nada del exterior porque tú, de todas formas, solo actúas desde tu cabeza, pero no escuches lo que te dice tu cabeza. Sumérgete, y sabes cómo hacerlo porque lo viviste, en el vacío, donde no hay nada. No escuches lo que quiere susurrar el personaje porque en la Eternidad instalada, incluso el niño interior, no tiene nada que decir. Como he dicho, el testigo, el observador, está a disposición de cada uno. El testigo, el observador o el espectador, no necesita conversar con el actor. El espectador no va a decirle al actor eso o aquello, él mira. Le gusta o no le gusta, pero mira. Tú eres el que mira. Simplemente hay una falta de escucha, no del personaje ni del otro que haces muy bien, sino la escucha del Silencio o del niño interior, el que nunca hace el menor juicio sobre cualquier aspecto de tu vida o de tu personaje. Eso quiere decir que el que juzga su persona, no es espectador, es un intruso sobre la escena de teatro, que obstaculiza el juego, el espectáculo. El testigo, el observador, está obligado a permanecer en silencio, para observar, para oír al actor.

Pero eso se ha vivido ya muchas veces, no hay vuelta atrás posible. Solo son estrategias de evitación que no están vinculadas al miedo ni a la falta de Amor, que ni siquiera es un hábito. ¿Cómo llamar a esto? Es una especie de formato, no de educación, sino que más bien se observa en algunas actividades profesionales que crean eso. Entonces, ¿qué se necesitaría como solución? Bueno, en tu caso, es muy simple. Tomar no solo la ligereza, sino también la pereza. Porque tienes que hacer lo que decidiste hacer, pero con “no me importa”, “no hay nada serio”. El “no me importa”, no te impide hacer lo que quieres hacer, pero lo hace más maleable, más obvio, y el observador ya no invadirá la escena teatral.

Empleo expresamente imágenes muy sencillas para no entrenarte en lo que podía parecer importante hace cinco años. Pero no estamos ya en los conceptos porque la imagen, la metáfora, como las utilizaba Cristo, son más importantes y contundentes para el Espíritu. Eso permite derivar, atravesar lo que está delante de la escena y evita también que os aferréis a los conceptos y que conservéis la imagen. Esta imagen, no es una imagen ni un concepto, no es algo que se ve, diría que es algo que habla, tal vez no a la persona que no es mi objetivo ni el vuestro, sino que habla al santo de los santos. Es eso lo que crea la reunión, la recrea, la instala.

¿Quién habla?

Pregunta: Yo no tengo una pregunta realmente, pero tengo una curiosidad que añadir. Soy por lo menos este cuerpo, es sinestésico…

¿Cómo?

Pregunta: “sinestésico”.

¿Eso quiere decir “ser estético” de una forma particular?

Pregunta: No. Mis percepciones pasan por colores, sensaciones, gustos. A veces, es un poco abrumador. ¿Qué puede decirme al respecto? y gracias por una aclaración general.

Bueno, primero me gustaría comprender. Cuando piensas, cuando ves algo, cuando escuchas la música, ¿hay colores?

Pregunta: Sí.

Entonces, felices los simples de espíritu; eso quiere decir que no hay conceptos.

Pregunta: Eso puede sobrecargar la pantalla del mental.

Pero el mental no es un color. O entonces, no he comprendido nada. Pero si cuando hablas, aparecen colores…

Pregunta: Eso es.

Cuando escuchas, aparecen colores.

Pregunta: Sí.

Por tanto, no hay conceptos y aparecen colores que ves, ¿qué es lo que te molesta?

Pregunta: Eso puede impedirme pensar o participar en la vida cotidiana.

Entonces, resumo. Alguien te habla y tú ves colores.

Pregunta: Sí.

Si respondes, ¿vez otros colores?

Pregunta: Sí.

¿Y qué te molesta?, ¿ver demasiados colores?

Pregunta: Si; es demasiado complicado. Los colores están por encima del significado.

Pero los colores son el significado. Simplemente, clasifica los colores ya que cuando hay conceptos e ideas, ellas están ensambladas, clasificadas, ordenadas. En lo que expresas, si he comprendido bien, el mecanismo del pensamiento no se hace en conceptos, en ideas, sino a través de colores.

Pregunta: Sí.

Y entonces, lo que es perturbador no son los colores, sino la superposición o el exceso de colores, ¿no es eso?

Pregunta: Sí.

¿Tienes la capacidad de actuar sobre lo que ves o no?

Pregunta: no creo.

Un color que aparece según una palabra que das o que recibes, ¿puedes ordenarlo o no? ¿Puedes ser activa con lo que ves, con los colores, esas transparencias que se encajan y que se disponen en diferentes lugares. ¿Es espacial?

Pregunta: sí.

Eh bien, ¿qué te impide repartir el espacio?

Pregunta: no sé hacerlo.

Pero, ¿has pensado hacerlo siquiera? Mira, los colores claros transparentes están arriba, los colores oscuros están abajo. Las diferencias de tono van desde el más claro hasta el más oscuro, entre la izquierda y la derecha. Está resuelto.

Pregunta: me parece un poco más complejo.

¿Por qué es más complejo, está en 3D?

Pregunta: sí, también.

Pues entonces, está lo de delante y lo de detrás. Los colores que están ligados entonces, si lo he entendido bien, a tu percepción y a tu funcionamiento, que sea para una música, algo que emites o algo que recibes, y tienes la impresión de que está desordenado, que está sobrecargado. ¿Qué es lo que crea esto? ¿Qué te impide decidir ordenar esos colores? ¿Lo has intentado siquiera? Porque lo que vives es anterior al pensamiento, es, diría yo, el mundo de los arquetipos.   

Esos colores no son unas proyecciones como en unas visiones, astrales u otras, es el mismísimo fundamento del pensamiento. Sólo falta que lo ordenes. Y no me digas que es complicado ya que nunca lo hiciste. Voy a tomar un ejemplo muy simple. Si por ejemplo tienes los números del 1 al 10. Supongo que el 1 tiene un color, que el 10 tiene otro color. O el 3, si quieres. Bien, cuando dices 3+3=6, ¿qué es lo que pasa en ti?

Pregunta: es complicado de resumir.

No se puede resumir ya que esto sucede en espíritu y en verdad. El único problema, con relación a esto, que es un don, porque date cuenta, no estás contaminada por los conceptos, por las creencias, eres libre con respecto a esto ya que son unos colores. Pero tienes que ordenar esos colores, aunque se superpongan, y tiene que ser el caso, es decir un color visto por transparencia a través de otro color. Te resulta complicado porque nunca los has ordenado. Ordenar es un convenio, eres tú quien decide cómo hacer los grupos, los conjuntos. Por ejemplo, los días de la semana están arriba a la derecha, los números están abajo a la izquierda. Delante de los números, hay una calculadora que coge los colores y los pasa por un filtro de color que corresponde a otra cosa, así que el resultado es otro color.

Lo que te quiero decir es, que sea para unas notas de música, las matemáticas, para cualquier cosa, lo que te resulta ser un estorbo es un privilegio, simplemente no entendiste que había que ordenarlo. Los conceptos se ordenan solos en la cabeza por la química, por la electricidad, antes de ser presentados a la conciencia. Ordenar los conceptos se hace solo. La suerte que tienes, es que sólo necesitas encontrar una manera de clasificar, y tienes toda la libertad para clasificarlos como quieras. Entonces te darás cuenta que no sólo un color sino un conjunto de colores, de emplazamiento y de transparencia corresponde siempre a la misma cosa, ¿puedes confirmar esto? ¿Cuando pronuncias el nombre de alguien, siempre son los mismos colores?

Pregunta: sí.

Estamos de acuerdo. Pues es la misma cosa, nunca hay un exceso de colores, simplemente no están dispuestos y ordenados y esto, eres tú quien lo decide, no son tus neuronas.

Pregunta: ¿no quiere ayudarme?

Pero, tú misma, clasifícalo. Cuando ordenas unos medicamentos, puedes hacerlo por orden alfabético, por colores, por contenido o por lo que quieras. Lo importante, es que sepas dónde están las cosas. Tú, no sabes dónde están las cosas y tienes esta sensación de saturación, porque no sabes tratar esos colores, los dejas aparecer y desaparecer según lo que se ha dicho, oído, cantado, memorizado, sin ningún sistema de clasificación, pues efectivamente tiene que ser molesto. No es complicado. A partir del momento en que exista una representación de los conceptos, de las ideas, de las palabras, de las notas, de esta manera es extremadamente fácil ordenarlo. No tienes que sufrirlo, tienes que usarlo. Es como si, cuando de niña en la escuela tenías una calculadora, y de repente te dan un superordenador y sigues queriendo usar la pequeña calculadora.

Ordena tus colores, no puedo decirte algo mejor. No ordenes improvisando según las palabras que salgan, sino que en cuanto un color llegue, o una transparencia de color llegue, ordénala. No puede desaparecer, lo sabes, ya que el mismo nombre te da siempre el mismo color, la misma música te dará el mismo ensamblaje de colores.

Este modo de funcionar del pensamiento o de los sentidos es una ventaja. De momento sólo tienes los inconvenientes, es decir la impresión de estar superada por una sobrecarga. Eres tú quien tiene que definir el espacio y el tiempo que son percibidos de esta manera también, decidir que tal grupo de colores esté allí, delante o detrás, si hablas de 3D, y constatarás entonces que no necesitarás esperar o ver los colores, sino que tú misma podrás crear. Irás a buscar naturalmente, espontáneamente, tal grupo o tal otro, con tal ensamblaje o tal otro.

Date cuenta, cuando alguien habla de conceptos o de ideas, es incapaz de localizarlos en su cabeza por colores. El tratamiento de los datos, el tratamiento de la información, pasa por una programación del tipo informático, pero si dejas que las cosas se hagan por sí solas, efectivamente rápidamente se satura. Los conceptos se ordenan por sí solos. Lo que ves en lugar de los conceptos permite un tratamiento de los datos, es el ejemplo que daba antes, el pensamiento es como una pequeña calculadora, los colores son una super-calculadora. No es un defecto pero requiere una organización temporal, espacial y por transparencia. Entrénate en ello y no te molestará más. Incluso sabrás cómo ensamblar las ideas, los pensamientos, la música o lo que sea en función de la armonía, y sabrás dónde están las diferentes transparencias, los diferentes colores, y eventualmente las diferentes formas. Porque te habrás dado cuenta de que las formas pueden ser como unas manchas más o menos redondas, pero no siempre.

Entiendo muy bien lo que quieres decir porque fui confrontado a esto, y justamente es una libertad y no un hándicap. A partir del momento en que puedas ordenarlo aunque fuesen sólo los números, ya serías una gran matemática, si supieras ordenar las notas, serías un gran músico.

Pregunta: no sé si tendré tiempo de ordenarlo todo antes del fin.

Pero, ordenarlo se hace solo a partir del momento en que hayas definido cómo hacerlo. Es instantáneo. No tienes que ocuparte de desplazar los colores a tal lugar o a tal otro, las formas o las transparencias de tal manera o de tal otra. Decides, al igual que cuando tienes unos cajones de farmacia. Decides que allí pones las compresas, allí las medicinas y allí los líquidos. Es exactamente la misma cosa, después se hace solo, es decir que se va a ordenar solo tan pronto hayas fijado un marco para ordenarlo.
Pregunta: voy a intentarlo, gracias.

De hecho me sorprende de que tú solita no lo hayas pensado antes. Cuando tu casa está desordenada, la ordenas. Cuando no encuentras los objetos porque hay demasiados, hay que poner orden. En este caso poner orden no es dirigir cada pensamiento, cada palabra, cada número, es proponer una dirección, y se ordenarán solos. Y en cuanto pienses cómo resolver una ecuación o componer música, decides usar una tonalidad de color y un cierto orden de transparencia y los colores llegan solos. Inviertes en el sentido de la percepción y en ese momento la música se ha compuesto. ¿Cómo crees que han funcionado los más grandes compositores, los más grandes matemáticos, los más grandes pensadores?

Lo que te molesta, lo describes perfectamente, es la impresión de estar desbordada, que es un poco caótico. Este modo de percepción es el más adecuado cuando ya no hay ningún cerebro en las demás dimensiones. Es exactamente lo que ocurre, no en el cerebro sino que en la impresión. Simplemente tú misma tienes que determinar cómo ordenar, si no, rápidamente vas a saturarte con todas las cosas que te llegan, que sea a nivel de los conceptos, de las ideas y de los sonidos, y pierdes las cosas porque no están clasificadas. Pero no requiere ningún esfuerzo para clasificar cada vez, tienes que dar con las reglas de cómo organizar la clasificación, después la clasificación se hace sola, pero no de cualquier manera, sino según unas reglas. Pruébalo.

Pregunta: voy a intentarlo, pero dudo de mí.

Pero, mientras haya este caos y no esté ordenado, sólo podrás dudar. Pon orden en esos colores, en esas transparencias, en esas formas, no desplazándolas, sino dando un método de organización. Lo decides una vez por todas, y las celdas son infinitas. La repartición espacial cuando es vista, te da unas innumerables posibilidades, son ilimitadas y nunca se satura y nunca estorba, pero eres tú quien debe determinar la clasificación. Preciso, sin conocer el nombre que has usado, estésica no sé qué.

Pregunta: sinestésica. Sinestesia.                                  

Bueno da igual, basta con ordenar y eres tú quien decide. ¿Dejaste que los colores se pusieran como querían, estamos de acuerdo?

Pregunta: sí.

Ya está, pues no es posible funcionar así. La duda viene de ahí, no viene de la persona, viene de la ausencia de organización y de orden en tus colores. Y de hecho estoy seguro que en tu vida para evitar los estorbos, tienes que ordenar muy a menudo.

Pregunta: sí.

Pues, es mucho mejor que ordenes tu cabeza.

Pregunta: gracias de nuevo.

Creo que los que escuchan no han entendido nada. La mayoría de nosotros, cuando tenemos una idea, un pensamiento, un concepto, ¿de dónde vienen? Por supuesto, creemos en primer lugar que son secretados por el cerebro, pero sólo son  unas disposiciones que se sitúan en lo que es nombrado el cuerpo mental o el aura mental, los dos, que al sobresalir aparecen en forma de conceptos. Para esta persona, todo está coloreado con unas formas, unos espacios particulares. Hay que ordenarlos en lugar de ordenar el exterior. Ya no tienes que ordenar más en cuanto hayas determinado el tipo de orden. Constatarás inmediatamente que si has decidido que arriba, en el primer plano a la izquierda, se pone el rojo, que el morado, sean cuales sean las tonalidades, todo lo que es del orden del morado va a estar en el último plano a la derecha. Pero luego, cuando la gente vaya a hablar y que los colores vayan a llegar, o si escuchas música, tus colores van a ordenarse solos, y no se quedarán sueltos. No hay otra manera.

Es como si dejaras, para el que tiene unas ideas y unos pensamientos, es como si aceptaras todos los pensamientos que pasan,  y que hubiese cincuenta a la vez. Es incomprensible. Pues lo que te parece de momento un estorbo viene únicamente de la no-clasificación, de no ordenar. Pero no lo vas a hacer cada vez, lo sabes muy bien, hay miles de colores que pasan en una frase, digamos que unas decenas de miles, centenares a veces en la música, pero una vez creado el primer tipo de almacenamiento, la primera colocación, el resto se ordenará según la misma referencia temporal, espacial y de transparencia. No puede ser de otra manera porque realmente funciona así.

Es un proceso que es el proceso del pensamiento o de la percepción, pero la suerte que tienes, es que tan pronto esté ordenado, las capacidades memoriales, intelectuales, de creatividad, se decuplican. Y de hecho supongo, y vas a contestarme, en las experiencias o en los estados interiores, que sean multidimensionales, de tener un encuentro con un pueblo de la naturaleza o un habitante de un determinado sistema, es también algo que es visto en tu pantalla interior, pero ahí no hay ningún color. ¿Puedes contestar?

Pregunta: sí, ya que no hay más cerebro.

Exactamente. Pues el ser o la forma invisible que vas a percibir, cuando la ves con tus ojos de carne, no hay colores. Lo que te demuestra que este ensamblaje de colores no es una quimera, aunque sea propio a cada uno, pero traduce lo vibral, traduce lo que se traduce en el seno de la Luz vibral auténtica. Sólo te falta este elemento. Pero no sé cuál es tu edad, pero me sorprende de que no hayas pensado en esto en tu juventud.

Pregunta: me di cuenta de esto recientemente.

¿De qué?

Pregunta: de que yo funcionaba así.

¿Qué quieres decir con esto? ¿Qué ha aparecido recientemente?

Pregunta: no, digamos que era inconsciente.

Es decir, que de alguna manera no querías verlo porque te molestaba en tu funcionamiento normal.

Pregunta: sí.

Estamos de acuerdo, entonces ordéname todo esto, disponlo como quieras, da igual, lo que te resulte más adecuado, y verás los resultados muy muy rápidamente.

Pregunta: gracias. Tenía también una pregunta más general.

Pues lo que contesté es completamente general, cambiará tu vida.

Date cuenta, aquel que no tiene esos colores, espontáneamente, aquí no hablo de visión o de tercer ojo, cuando él vea las demás dimensiones, cuando se junte con otros seres, será mucho menos preciso que tú. Por ejemplo, una entidad se verá en una forma mutable con unos contornos, mientras que tú la ves precisamente. ¿Puedes analizar los detalles, no?

Pregunta: sí.

Eso es. Pues lo que sucede en tu cerebro, en tu conciencia, es que es un cerebro que no está falsificado, está libre de condicionamientos, pero requiere ordenarlo. Y una vez más, se ordena totalmente libremente, lo dispones como quieras, pero hay que crearlo. Lo que quiero decir con esto, y es efectivamente inadaptado a este mundo, es que tu cerebro funciona como si estuviera ya ausente y como si tu conciencia fuese multidimensional, lo que explica lo que te decía, que lo que es visión, percepción, experiencia, con lo que no es visible en este mundo, es mucho más fino y preciso, y me lo has confirmado. En cambio, esto se vuelve confuso aquí.

¿Quién quiere hablar?

Pregunta: quería decir que todo lo que usted dijo a cada uno, ha podido resonar en mí en esta historia terrenal y lo que puede pasar en lo cotidiano. Esto dicho, en la Felicidad y en la Libertad, en la ligereza de cada día, dejo que la Vida se viva y no pido nada con relación a esto, sólo estar aquí en este instante, en la acogida de lo que está aquí.

La última vez que vine, terminé diciendo una frase humorística: «todos para uno, uno para todos.» Bien evidentemente cada uno de vosotros, aunque no sea su historia, y fue el caso con lo que decía y que fue transcrito cuando estaba encarnado, todo el mundo encuentra la horma de su zapato, incluso lo que puede parecer no corresponderte, alumbra. Y de esto das testimonio. Es en este sentido que de manera muy lógica, siempre dije que mis palabras no podían fallar, porque no se inscriben en ningún marco de referencia, en ningún dogma, en ninguna cultura, en ninguna tradición, es una palabra liberada de todo concepto.

Pero te lo agradezco, es efectivamente así cómo funciona. Incluso lo que acabo de decir sobre la estésica no sé qué, alcanzará a cada uno de vosotros, aunque no tengáis este modo de percepción. ¿Te corté?

Pregunta: no, sólo le acogía en nuestro corazón Uno, en lo que está aquí.

¿Otras declaraciones, otros testimonios, otras peticiones?

Pregunta: le hice una pregunta ayer, cuando le dije que quería juntarme con usted.

No estaba ayer.

Pregunta: antes de ayer. No tengo la impresión de haber tenido la respuesta completa, a la vez que sé muy bien que es la persona quien hace la pregunta.

¿Y?

Pregunta: quería tener un complemento de información.

Te iba a decir que no ibas a tener ningún complemento. No es la información lo que entrego. Mis palabras no pueden fallar; si no es en este instante, será en el siguiente instante. Y tal y como fue expresado justo antes, cada uno puede encontrarse en todas las respuestas, incluso las que no os conciernen, porque no me dirijo a una diversidad de personas, me dirijo al testigo, y el testigo es Uno. Sólo hay un único espectador, un único testigo, aunque la sala esté repleta de espectadores.

Así que no hace falta ningún complemento. Primero hace falta, como dijiste, que lo que te dije antes de ayer realice su obra, su alquimia. No es algo mental, no son unos conceptos, es algo que penetra, no es la apariencia. Así que me da igual que lo hayas entendido o no. Déjalo obrar, como nos dijo la hermana de antes. A partir del momento en que os parece que no lo habéis entendido, que no lo habéis comprendido, quiere decir que lo habéis parado, que no lo habéis dejado penetrar. Las palabras que he pronunciado hace cuarenta años tienen un impacto hoy, y sin embargo aquellos con los que hablaba ya no están aquí, tampoco yo de hecho. No tengáis prisa, dejad que el tiempo, la ilusión del tiempo, realice su obra.

Todos nosotros tenemos tanta costumbre, que sea por las palabras, que sea por la energía, de sentir enseguida, de dar una opinión en seguida. ¿Cómo queréis que lo que digo a través de la persona y a través del tiempo, como dije, realice su obra si intentáis entenderlo? Lo importante no es comprender, la comprensión viene después, lo más importante es lo que se vive en el instante. Tuvimos diversos testimonios. La comprensión no tiene que ser algo previo a la vivencia, sino que algo consecutivo a la vivencia. Vivid lo que os digo, no os preocupéis por comprenderlo. Porque cuando estáis en el acto de comprender, quiere decir que reflexionáis, que queréis vincular mis palabras, o cualquier otra palabra de hecho, a vuestra lógica, a vuestra historia, a vuestra necesidad de ensamblar las ideas.

Aquí también, dejad que se hagan las cosas. Lo que hoy es incomprensible para vosotros será comprendido, no os preocupéis por ello. Si supierais, cuando estaba encarnado, e incluso cuando intervine la primera vez aquí, el número de hermanos y de hermanas que se han escapado. Era lo mismo durante mi encarnación, todos los que estaban en la certeza de su espiritualidad se marcharon. Mis palabras necesitan, no una comprensión sino una acogida incondicional, al igual que os acojo incondicionalmente. El resto sigue, y en general, ahora, muy rápidamente, pero si de entrada os cerráis, estáis obligados a dar media vuelta.

No me dirijo a vuestros conceptos, vuestros conceptos no me interesan, únicamente vuestra vivencia es significante. Y vivir algo no necesita ningún concepto, necesita vivirse en total acogida. Si ponéis, y es igual respecto a cualquier conversación entre dos seres humanos, estáis, y todos nosotros estamos, todo el tiempo pensando en lo que vamos a contestar en lugar de acoger la totalidad de lo que dice el otro, no las palabras pronunciadas sino estando en este principio mismo de la Acogida. No pongáis el mental delante, la comprensión delante, esto es el divisor, es el diablo. El diablo no está en ninguna otra parte que en la cabeza. Si queréis comprenderlo, no lo podéis vivir, es simple.

Es igual de hecho con vuestras experiencias o vuestros estados místicos. Sabéis muy bien que si el mental interfiere, de una manera o de otra, esto detiene inmediatamente la experiencia. De la misma manera que en los sueños, hay unos miedos que os despiertan, o unas caídas, o unos acontecimientos que os despiertan, esto interrumpe el sueño. No podéis vivir y comprender al mismo tiempo, sobre todo en lo que atañe a vosotros.

La comprensión, en el sentido en el cual nosotros lo entendemos, ella es posterior, no está antes. Acoger, no es comprender, no es entender, no es apropiarse, es estar en una disposición que se ha llamado Acogida, que permite a la vez de reencontrarse pero también de comprender lo demás más allá de las palabras, más allá de los conceptos, con el fin de ver que es el mismo corazón, que no hay ninguna persona. Usad la comprensión para conducir un coche, para desempeñar un oficio; ahí necesitáis comprender, pero no para lo que sois. Es el diablo quien comprende, y de hecho manipula la comprensión, la cambia, la invierte.

Estad disponibles, pero no para comprender. Aunque no escuchéis y no comprendáis nada, algo que está aquí, en el Corazón del Corazón, en el Santo de los Santos, entiende y comprende. Dejadle tiempo para manifestarse, no interpongáis la necesidad de comprender, la necesidad de explicar. La vivencia no necesita ser comprendida, la práctica de este mundo, sí. Todo debe ser calculado, pesado, organizado, y es lógico, pero no lo que sois, no aquí en el Corazón del Corazón.

¿Alguna cosa más cosas que decir?

Una última pregunta antes de llegar al final del tiempo previsto.

Pregunta: hace dos días, usted me dijo que estaba en mí y que yo estaba en usted. Sin embargo esta mañana, paseándome por la naturaleza, de repente todos los hermanos y las hermanas aquí presentes estuvieron en mi corazón. Mi corazón es todo oídos a lo que tiene que decirme, si tiene algo que contestarme.

Sobran las palabras, la Verdad no necesita ninguna palabra. Efectivamente estamos todos los unos en los otros, incluso los que nombráis, estas especies de cosas verdes, aquí, los Arcontes. Es la misma cosa, ellos también están en cada uno de nosotros. Cuando os decimos que sois el Todo y que sois todos, es la estricta verdad. No os pido creerlo como un concepto, ni siquiera aceptarlo, sino vivirlo. Es lo que pasó.

El problema, cuando estamos en este saco de carne, a los tres/cuatro años, nos dan un nombre, nos atribuyen un nombre, una identidad, para la mirada de los demás y en particular por la de los padres. Luego vamos a comparar, a estudiar, vamos a la escuela. Pero daos cuenta, la formación, la educación, sólo es un formateo en la Ilusión. Si se dijera a un niño de tres años que es Amor antes de ser una persona, que es a la vez su padre como su madre y que no es un individuo que se ama al exterior, pues simplemente no habría ningún encierro. Que fuese Hercóbulus o las naves metálicas, no hubiesen podido crear esto. Además del peso de las costumbres. No creáis lo que os digo, vividlo y experimentadlo, no conceptualmente. Es lo que pasó con lo que viviste.

Pero para esto tenéis que vaciaros, no aniquilándoos sino vaciándoos de las ideas de ser una persona, una historia, un cuerpo, o no sé qué más. Identificáis el vehículo a la Verdad, y sin embargo hoy cada vez más hermanos se posicionan espontáneamente en el observador. Entonces por supuesto, podéis estar tan cautivados por el juego, por el escenario del teatro, pero sabes muy bien que no sois el actor que juega, cuando salís del teatro. Pues es el punto de vista inculcado por los padres y la educación, lo que os impide vivir la Verdad. Y esto se reproduce todo el tiempo, independientemente del elemento causal. El problema es la identificación al cuerpo, no paré de decirlo toda mi vida. No sois este cuerpo, estáis dentro atrapados, pero no os llevaréis ni este cuerpo ni ninguna historia.

Creo que he contestado a la última pregunta. ¿Habrá más?

Pregunta: sí.

Entonces os dejo hacer una pausa y Bidi os dice hasta ahora.

***